MS 53: Nuestro Padre Fundador nos enseñó que la misión evangelizadora es una obra ingente de transformación del mundo que ha de ser llevada adelante “entre todos”, en favor de todos y para hacer felices a nuestros prójimos [1]. En Pentecostés el Espíritu se derramó sobre toda la asamblea cristiana, sobre “jóvenes y ancianos”, “hijos e hijas” y “sobre toda carne” [2]. María, nuestra Madre, estaba allí, como testigo y mensajera del misterio íntegro de Jesús, en la comunidad que tenía un solo corazón y una sola alma (cf. Hch 1, 14). Para nuestra Congregación, “evangelizar con otros”, multiplicar líderes evangelizadores y vivir la misión compartida es un rasgo carismático ineludible (cf. CC 3, 7, 48) que entendemos y practicamos de diversos modos.
MS 54: Vivimos el carisma de Claret de distintas formas: hermanos, estudiantes, diáconos y presbíteros. Nuestras comunidades son el primer espacio de misión y vida compartida. Cuando vemos que hay personas que se sienten agraciadas con el carisma de Claret y llamadas a compartirlo desde otras formas de vida o a colaborar con nosotros en nuestras iniciativas misioneras nos asociamos en misión conjunta como “familia extendida”.
MS 55: Somos miembros de una iglesia “en misión” por obra del Espíritu, parábola de comunión de carismas y ministerios diversos: “Hay en la Iglesia pluralidad de ministerios, pero unidad de misión” (AA 2). Por eso nos insertamos activamente en las iglesias locales y colaboramos con otros institutos de vida consagrada (inter-congregacionalidad) y movimientos, según nuestra identidad carismática.
MS 56: Sabemos que los problemas de la humanidad necesitan una respuesta consensuada y compartida. El Espíritu se derrama más allá de los límites de la Iglesia, cuando y como quiere (cf. Jn 3, 8). Por eso, deseamos colaborar estrechamente con todas las personas –cristianas o no– que actúan de manera compatible con los valores del Reino, sumándonos a sus iniciativas y acciones.
MS 57: La misión compartida no es, por tanto, una estrategia sino nuestro modo de ser y actuar [3]. Por eso, pretendemos:
1) Aprender el mejor modo de compartir nuestro carisma evangelizador y misionero con quienes desde diversas formas de vida (consagrada, laical, matrimonial, ministerial) han sido agraciados con él y forman con nosotros la Familia Claretiana.
2) Promover –según nuestro carisma– una Iglesia de participación y comunión: colaborar en la misión y vida de cada Iglesia particular, ayudar a configurar la Iglesia “familia de Dios” que acoge y cuida a todos sus miembros [4] y estar abiertos a compartir servicios misioneros y vida comunitaria con otros institutos o formas de vida.
3) Colaborar en redes (como las constituidas por algunas ONGs), sinergias y proyectos de los que no somos protagonistas.
MS 1 (Cf. CC 2; Dir 26.)