See numbers 19, 65 and 66 from Missionarii Sumus (in attachment).
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MS 19: (...) La Iglesia se ha propuesto servir al Reino como “Iglesia en salida” hacia las periferias humanas: acompañando la vida de los pobres, insertándose en ella y tratando de conocer el alma de los pueblos, de reconocer en cada uno de ellos los signos de la presencia de Dios y de crear puentes entre el Evangelio y toda cultura [1]. Mas, como en las primeras comunidades, también hoy algunos discípulos dudan: ¿será tan conveniente salir?, ¿no deberíamos prepararnos mejor, esperar otro momento?, ¿no nos contaminaremos en el encuentro con otros? Agradecidos al magisterio de los sucesores de Pedro, percibimos en las palabras del papa Francisco una hondura y frescura misioneras muy concordes con el espíritu que animó a Claret.
MS 20: Nos sentimos así llamados a abandonar nuestras zonas de confort y nuestra excesiva preocupación por nosotros mismos (cf. EG 2, 27), a impulsar la disposición de la Iglesia “en estado permanente de misión” (EG 25), a potenciar en ella nuestra “salida misionera” según nuestro carisma evangelizador, a superar cualquier tipo de acedia o mundanidad [2], y a crecer en disponibilidad misionera, inculturación, encarnación y apertura a la misión mundial de la Iglesia y la Congregación [3].
MS 65: Nos proponemos ser, con Jesús, Congregación “en salida” (cf. Mc 1, 38) que acoge la llamada de la Iglesia a la conversión pastoral-misionera y ecológica; nos comprometemos a formar, bajo la moción del Espíritu, comunidades de testigos y mensajeros; nos preocuparemos por ser hombres de honda espiritualidad que, dóciles a la recomendación del Papa Francisco a la Congregación, adoramos a nuestro Padre Dios “en espíritu y verdad” (cf. Jn 4, 23) y acogemos los procesos de transformación que el Espíritu nos inspira. Y todo esto queremos vivirlo desde el gozo que nace de Dios (cf. Aut 444, 754) que María, nuestra madre, experimentó (cf. Lc 1-2) y que es característica de la acogida del Evangelio [4]. No habrá privaciones y adversidades (cf. CC 9, 44) que nos impidan vivir y proclamar las bienaventuranzas de Jesús [5]. El Espíritu de nuestro Padre y nuestra Madre hablará por nosotros [6].
MS 66: Como a nuestro Padre Fundador(cf. Aut 270-271), también hoy Santa María de Pentecostés –fuego y corazón– nos inquieta [7], impulsa nuestra andadura, sacude nuestro miedo e inercias, y nos lanza a proclamar el Evangelio en nuevos escenarios y periferias. Para que el Cristo total nazca y crezca a través de la tensa historia humana; para que seamos testigos de compasión y misericordia, hermanos ecuménicos del mundo.
[1] Cf. EG 20-24, 115-118 | [2] Cf. EG 81-83; 93-97 | [3] Cf. CC 48; HAC 22 | [4] Cf. Hch 2, 46; 4, 33; 5, 41; 8, 8; 8, 39; 11, 23; 16, 34 | [5] Cf. CC 4; Aut 213 | [6] Cf. Mt 10, 20; Aut 687 | [7] Recogemos en este párrafo palabras inspiradas en la oración que el P. Pedro Casaldáliga compuso como contemplación del mural que preside la capilla de nuestra Curia General. La oración se encuentra al final de esta Declaración.
MS 1 (Cf. CC 2; Dir 26.)